¿Qué hemos vivido en el capítulo general 2024?

A continuación, comparto mi apreciación personal de lo experimentado en el capítulo. No se trata exactamente de una crónica, sino más bien de un relato que destaca los aspectos que considero más significativos desde mi perspectiva. En los próximos comunicados, los viatores de la provincia que estuvieron presentes en el capítulo tendrán también su espacio para compartir su experiencia.
La primera semana de discernimiento
Esta semana estuvo marcada por un valioso proceso de discernimiento, guiado por dos facilitadores, Gabriel Côté sj. y la Sra. Luisa Rossi que nos introdujeron en la metodología de la conversación espiritual. Esta metodología ignaciana, estructurada en varios tiempos, nos permitió explorar y compartir nuestras experiencias de oración y reflexión en un ambiente de fraternidad y escucha.
La conversación espiritual se dividió en varios tiempos, como lo indica su naturaleza y metodología.
- Tiempo de oración personal: antes de acudir a la reunión del grupo, los participantes llevaron a cabo un tiempo de oración y reflexión personal con la ayuda de la ficha muy bien elaborada por los facilitadores.
- Primer compartir grupal: cada miembro del grupo pequeño compartió en un tiempo acotado lo que fue descubriendo en su oración personal. Fue un espacio donde se puso de manifiesto lo que el Espíritu Santo iba revelando a cada uno de nosotros, en un ambiente de respeto y escucha profunda.
- Tiempo de silencio para meditar lo escuchado.
- Segundo compartir grupal: se compartieron los aspectos que más nos impactaron de la escucha, así como los puntos transcendentales que generaban sentimientos de consolación o desolación. No era un momento para discutir o refutar lo que otro decía, era más bien una oportunidad para responder a preguntas del estilo: ¿Cómo me ha afectado lo que he escuchado? ¿Hay un hilo conductor en lo que se ha compartido?
- Tiempo de silencio: Se guardaba otro tiempo de silencio para que los participantes observaran cómo se han sentido durante la segunda ronda y, en particular, qué puntos claves parecen estar surgiendo en el grupo.
- Tercer compartir grupal: Los participantes comparten lo que ha surgido del tiempo de silencio anterior, buscando un consenso o discernimiento común y una comprensión más profunda y comunitaria de la palabra que el Señor nos estaba dirigiendo.
Durante esta semana, también tuvimos en cuenta las reglas de discernimiento, especialmente las correspondientes a la primera y segunda semana de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Es fundamental recordar que el Señor coloca mociones en nuestro corazón cuando tomamos contacto con su Palabra. El Buen Espíritu nos anima, nos impulsa hacia adelante y también nos cuestiona, mientras que el Mal Espíritu muchas veces nos desanima, nos hace caer en la desesperanza y nos engaña.
Este dinamismo estuvo particularmente presente en momentos de gran cansancio o cuando, personalmente, no tenía claro hacia dónde nos dirigíamos. A veces, la especulación y la sensación de hablar mucho, pero concretar poco se hacían presentes. Sin embargo, el Señor me mostró la importancia de tener paciencia, saber esperar y confiar en su acción, más que en cómo organizamos o controlamos lo que Él nos está comunicando.
También fue de gran ayuda recordar las reglas de desolación y consolación. En algún momento, sentí que la desolación se identificaba demasiado con sentimientos desagradables o negativos, lo cual no siempre es correcto.
La desolación tiene más que ver con la ausencia de Dios y la falta de fe, que con distinguir solo momentos difíciles o tristes. Uno puede estar experimentando una grave enfermedad, pero sentirse consolado, pues siente la presencia del Señor. Así, confirmé que no es adecuado identificar la desolación exclusivamente con sentimientos negativos o fracasos. Por ejemplo, cerrar una obra no significa necesariamente desolación. A veces, el cierre de una obra es fruto de un discernimiento y puede ser un acto consolador porque es lo que debemos hacer; es una ley de la vida: las cosas van a morir, los proyectos en algún momento terminarán, y debemos aceptarlo como parte del plan divino.
Durante esta semana, recordar nuestra historia como congregación, con sus luces y sus sombras, ha sido una ayuda fundamental para reconciliarnos con ella y, al mismo tiempo, reconocer nuestra propia historia de vida. En este proceso de aceptación, hemos podido contemplar cómo el Señor va actuando y salvándonos a través de esos acontecimientos, guiándonos y transformándonos, incluso en los momentos más difíciles, para que podamos crecer en fe y amor.
El capítulo general
El capítulo en general se inició posterior a esta semana de retiro, teniendo como marco el discernimiento de esta primera semana: “Enraizados en Cristo, vivir una fraternidad auténtica y renovada para desarrollar plenamente nuestra misión”.
Considero que fue un capítulo muy bien organizado y preparado por el consejo general y bien dirigido por el comité del capítulo conformado por su presidente, P. Mick Egan, por el director del programa H. Jean-Marc Saint Jacques, el P. André Crozier, secretario general y el P. Tom von Behren, director de la vida comunitaria. También se ha valorado la labor acertada, apropiada y afable del moderador, P. Lindbergh Mondésir.
El capítulo se desarrolló en un ambiente de respeto, de trabajo y de responsabilidad. Cada comisión se esforzó en redactar respuestas adecuadas con la ayuda de los aportes de la asamblea capitular. Somos conscientes de que durante estos últimos decenios hemos tenido capítulos importantes, con cuestiones de gran impacto para la congregación, pero no siempre hemos sido capaces de trasladar lo decidido a acciones concretas.
Incluso hay decisiones capitulares que están pendientes; no se trata de juzgar a nadie, sino más bien de asumir cada uno su responsabilidad dentro del conjunto de la congregación, porque las cuestiones deben ser acogidas por toda la comunidad. Considero que debemos crecer en un mayor espíritu de obediencia evangélica en las decisiones que son asumidas por un capítulo.
Hay varias cuestiones que deberán ser evaluadas por el próximo consejo general; temáticas muy complejas como las estructuras, cómo generar mayor integración entre las entidades viatorianas, la formación inicial o el futuro del Berceau, entre otras. Se trata de buscar nuevas propuestas, modelos o fórmulas que permitan enfrentar el futuro de mejor manera; y si no se pudiera lograr un consenso, finalmente cerrar en paz estos temas que han aparecido frecuentemente en los últimos capítulos.
Dado nuestro contexto congregacional, nuestros últimos capítulos han tenido que enfocarse más en cuestiones relacionadas con la vida interna de nuestro instituto, tales como las estructuras, el gobierno y la solidaridad entre las entidades, que con temas que tienen que ver con la realidad eclesial, social y los aspectos concernientes a cómo desplegar y extender nuestra misión.
Me hubiera gustado tener más tiempo para abordar con libertad ciertas temáticas que inciden hoy en nuestra vida religiosa, y que pueden surgir a partir del proceso de discernimiento en el mismo capítulo, tales como: el abuso de conciencia, espiritual y sexual, la inmigración, los conflictos sociales, la polarización política, la violencia, entre otros.
Creo, además, que, en el futuro, la congregación debe acoger con mayor propiedad y determinación el magisterio del Papa Francisco; por ejemplo, la exhortación Fratelli Tutti y las encíclicas ecológicas no han tenido la repercusión e impacto que hubiéramos deseado en nuestra congregación.
Finalmente, es momento de agradecer a Dios por esta experiencia de renovación de nuestra consagración religiosa y de la pertenencia a nuestra comunidad, y también de reconocer a todas las personas que hicieron posible este 31º capítulo general, especialmente al equipo de viatores que trabajó generosamente como personal de apoyo.