Mensaje del H. Carlos Suárez (Fundación de Colombia)


“Hermanos, es preciso un celo puro, fuerte y generoso, que pase de los grandes a los pequeños, de los fuertes a los débiles, a los niños, a las últimas ovejas del rebaño». (P. Querbes. 6º Domingo de Pascua)”
Con el corazón lleno de gratitud, ha concluido una etapa maravillosa en mi travesía vocacional: mi noviciado. Solo puedo dar gracias a Dios por todas las experiencias vividas, por el conocimiento recibido y, sobre todo, por haberme permitido experimentar su amor y su infinita misericordia a lo largo de este año.
Agradezco de manera especial al P. Marcelo Lamas, superior provincial de Chile, y a su consejo, por su acogida fraterna, cercanía y constante oración. Mi gratitud también al P. Eduardo Millán, maestro de novicios, por su dedicación, sus palabras, consejos, bromas y, por qué no, también sus «jalones de orejas», que fueron un verdadero estímulo para que mi respuesta de servir al Señor madurara dentro de esta congregación.
Muchas gracias, al H. José Luis Céspedes, que me explicó los principales documentos congregacionales (Constitución, Reglamentos generales, Carta de la Comunidad Viatoriana…), compartió conmigo su pasión por la educación y me ayudó a descubrir la dimensión educadora de nuestro venerable fundador. Igualmente quiero agradecer al H. Octavio Césped con quien tuve la fortuna de convivir y compartir en la casa del noviciado, gracias por su paciencia, compañía y alegría para conmigo.
Extiendo mi agradecimiento a todos los hermanos y asociados que me han acompañado en este camino, pero quiero destacar especialmente a las comunidades de Macul, Renca y Ovalle, por su cálida hospitalidad, espíritu fraterno y cada gesto de amabilidad que me hizo sentir como en casa.
Aprecio profundamente las oraciones y buenos deseos que han sido mi apoyo constante. Me dieron fortaleza en los momentos de dificultad y consuelo en los días más desafiantes. Gracias infinitas por hacer de mi paso por Chile una experiencia enriquecedora, marcada por la gratitud, la alegría y la unidad, valores que distinguen a nuestra congregación.
Hoy me despido con humildad, pidiendo que sigan orando por mí y por mi vocación. Que el Padre Querbes, San Viator y Nuestra Señora de las Gracias sigan intercediendo por cada uno de nosotros y por nuestra congregación, para que permanezcamos fieles a la voluntad del Padre Celestial. Que la providencia del Señor nos guíe y nos fortalezca en este peregrinar de la vida. Que Dios los bendiga abundantemente.
Fraternalmente, H. Carlos Hernán Suárez Olivares, CSV