Campamento de entrenamiento de líderes
Nos llena de alegría compartir, una vez, más la experiencia vivida en los tres lugares donde se ha llevado a cabo el campamento de entrenamiento de líderes. Desde 1988, esta iniciativa ha acogido a miles de jóvenes, ofreciendo un espacio de crecimiento personal, comunitario y espiritual. El movimiento JUVI sigue siendo un camino significativo para los jóvenes, aunque reconocemos los desafíos actuales en el acompañamiento de la pastoral juvenil. En un mundo en constante cambio, es esencial que esta experiencia permita a cada participante un encuentro profundo con Jesucristo, fortaleciéndolos en su fe y animándolos a vivir una auténtica adhesión a la Iglesia y a la comunidad viatoriana.
JUVI no solo busca formar líderes, sino también discípulos apasionados por el servicio y el compromiso con sus hermanos.
Expresamos nuestra gratitud a los cinco colegios viatorianos, cuyo esfuerzo y dedicación han hecho posible la realización de estos campamentos. También agradecemos a todos aquellos que han acompañado a los jóvenes en este camino: religiosos, profesores, líderes y egresados que, con su testimonio y entrega, han sido pilares fundamentales en esta misión.
Que esta experiencia siga siendo un faro de luz para las nuevas generaciones, impulsándolas a construir comunidades vivas de fe y servicio.

El CEL fue para mí un tiempo especial donde, a través de reflexiones, dinámicas y oraciones, descubrí que ser líder no se trata solo de guiar a otros, sino -sobre todo- de servir con humildad y amor. Realmente creo que este campamento fue una de las vivencias más lindas que he tenido en mi vida y que recordaré por siempre. A lo largo de estos 11 días, pude desarrollar y mejorar mis habilidades como líder, a través de diversas dinámicas y actividades que se nos fueran designando. Tuve el agrado de conocer a nuevas personitas del centro de Villa Alemana, lo cual fue muy renovador, porque pude compartir con jóvenes de mi edad que tenían metas u objetivos similares a los míos. También pude ver sacar la mejor versión de mí misma, de cada uno de mis compañeros, lo cual es invaluable. Pero, sin duda, lo que más quiero destacar es el encuentro espiritual que tuve, que, sinceramente, fue lo que marcó mi CEL. Cada momento de silencio, de reflexión y oración era diferente y fuerte, y de una u otra forma te marcaba una emoción en el corazón.
Por eso, hoy aún sigo procesando cada día que pasé en Granizo; cada aprendizaje y cada actividad tenían un sentido de trasfondo, el cual se asimilaba a nuestra realidad. Gracias a ello me pude dar cuenta de muchas cosas de mi vida, y también de lo más importante, que no estoy sola, que tengo a Dios a mi lado, que es mi Padre y amigo incondicional. Hoy doy gracias al Señor por haberme permitido vivir esta experiencia de vida, la cual fue exigente y cansadora, pero valió la pena. Estoy totalmente agradecida de cada equipo de servicio, de asesores y líderes, destacando a mi líder de fraternidad y coordinadora de Viña del Mar, Alexa Cerda (con peto blanco en la foto), quien durante todo el retiro se mostró como una guía y ejemplo a seguir. Gracias a todos quienes formaron parte de esta experiencia que guardaré por siempre en mi corazón. Trinidad Abett – Viña del Mar.
Soy Julián Zurita (al centro de la foto), estudiante de 3º medio del Colegio San Antonio de Villa Alemana, y tuve la increíble oportunidad de participar en el CEL 2025 que realizamos entre JUVI LPSA y CSA. Esta experiencia ha sido verdaderamente transformadora para mí en varios aspectos: Fue un espacio que me permitió no solo conocer, sino profundizar mi fe de una manera que nunca antes había experimentado. Estos días me brindaron herramientas valiosas para formarme como líder de JUVI. Durante el CEL, formé lazos increíbles con otros jóvenes que comparten mis valores y aspiraciones. Estas amistades se han convertido en un apoyo fundamental en mi camino de fe. Me entusiasma enormemente la posibilidad de poder acompañar y guiar a otros jóvenes en el camino de su fe, tanto dentro como fuera del Movimiento. Siento que el CEL me ha dado las herramientas y la confianza para ser un agente de cambio positivo en mi entorno. Estoy agradecido por esta experiencia que ha marcado un antes


Soy Lucas Barraza Balcarce, estudiante del Colegio San Viator Ovalle, y me gustaría compartir mi experiencia sobre lo que fue el retiro CEL. Desde el comienzo, los coordinadores y asesores del movimiento dejaron en claro que el verdadero CEL se vive después de la experiencia, aplicando en la vida cotidiana los contenidos aprendidos. Esta vivencia nos invita a trascender, a cambiar nuestra manera de ver el mundo y a actuar, aportando nuestro granito de arena a esta sociedad. Desde el primer día, el retiro estuvo cargado de actividades, temas y dinámicas que nos ayudaron a crecer como líderes y a sacar lo mejor de nosotros mismos. Para mí, marcó un antes y un después en lo físico, psicológico, social y espiritual, dejándome enseñanzas valiosas para afrontar las situaciones que, como adolescentes, vivimos día a día. Aprendí a valorar más a mis seres queridos con acciones en lugar de palabras. JUVI ha inspirado mis anhelos de estudio y, sobre todo, me ha permitido fortalecer una conexión fraternal de fe y servicio, siguiendo los pasos de Cristo y del P. Querbes. Agradezco la disposición de los líderes y coordinadores que hicieron posible este retiro. Sin ellos, la experiencia habría sido completamente distinta. Su carisma y simpatía lo convirtieron en un momento inolvidable, digno de recordar y de vivir.
Mi experiencia en el CEL fue profundamente valiosa, tanto en lo espiritual como en lo humano.
Uno de los momentos más significativos para mí fue poder desconectarme del mundo exterior y encontrar un espacio de reflexión que me permitió reencontrarme con Dios, especialmente en un momento en el que me sentía algo perdida. Las actividades de oración fueron clave para retomar mi camino espiritual, pues me ayudaron a renovar mi fe y a sentir con mayor claridad la presencia de Dios en mi vida. Además, esta experiencia me desafió a salir de mi zona de confort, enseñándome la importancia de construir lazos con personas con las que no solía interactuar. Aprendí que la comunicación es esencial para lograr un trabajo en equipo efectivo y descubrí la riqueza de vivir la fe en comunidad, compartiendo el servicio a los demás y el propósito común de crecer en Dios. Valeria Terán, Liceo El Señor de Renca.


Mi primera motivación para participar en el CEL fue entregarme a una experiencia nueva. Había escuchado muchos testimonios de otros que habían vivido el Cel y me sentí motivada al pensar en conceptos como transformación, comunidad y fe. En ese momento me sentía insegura de ser líder. En esos 10 días, aprendí y seguí aprendiendo. Lo primero que noté fue cómo el carácter teórico de la religión comenzó a tener un mayor sentido para mí. Me encontraba deseando entender y aprender más de Dios y de la Iglesia. También me cuestioné profundamente, lo que me ayudó a desarrollar un pensamiento más crítico frente a las problemáticas sociales que, muchas veces, ignoraba por miedo. Con esto, me volví también más comprensiva, abriéndome más en la comunidad. Por primera vez desde que era pequeña, pude mostrar mis virtudes y defectos sin temor, siendo recibida con los brazos abiertos.
Respecto a mi fe, fue como si poco a poco aprendiera a escuchar a Dios. Recuerdo que llevaba meses pensando en una situación particular, negándome a aceptar la realidad. Sin embargo, una cita bíblica que escuché allí me ayudó mucho. La repetía en cada oración, no solo como una forma de petición, sino también de comprensión. Sabía que Jesús, asustado y débil como nosotros, se entregó a Dios Padre para que se hiciera su voluntad, diciéndole: «Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía.» (Lucas 22, 42-43). Pía Salgado, Macul.
