Campamento de formación para futuros líderes.
Como todos los años, en la primera semana de vacaciones escolares de invierno, se reunieron jóvenes del movimiento JUVI de segundo año medio para participar en el campamento ECCA. Este campamento proporciona herramientas para que los jóvenes se preparen como animadores de grupo y futuros líderes cristianos.
Participaron cerca de 130 jóvenes junto a 47 líderes en tres lugares distintos: Refugio San Viator (Olmué), Casa de retiro “Luis Querbes” (Ovalle) y Casa de retiro “La Inmaculada” (Puente Alto). Durante esa semana se está realizando esta actividad con un grupo de jóvenes del Liceo Parroquial San Antonio de Viña del Mar
Agradecemos a Dios por estos jóvenes que responden al llamado de vivir su fe, compartirla en comunidad y servir a sus hermanos. Gracias a los viatores y profesores de los diversos centros que acompañaron a los jóvenes durante estos días. Felicitamos a estos jóvenes por su compromiso y dedicación. Su deseo de formarse para servir es un ejemplo inspirador para todos.
- Alexandra Aguilera, Renca
- Gustavo Cárdenas (Villa Alemana)
- Amaru Calvo, Macul
- Javiera Rojas Toro. Ovalle

Mi experiencia en el ECCA fue una mezcla de emociones intensas: momentos alegres, otros desafiantes, pero todos profundamente significativos. Fue un espacio donde me sentí acogida, segura y libre para ser yo misma, sin máscaras ni miedos. Desde el primer día, supe que no era un encuentro cualquiera: era un lugar preparado por Dios para hablarnos al corazón. Dios se hizo presente en cada instante —en las dinámicas, en los silencios, en las conversaciones profundas— y especialmente en las personas que me rodearon, que se volvieron puentes de su amor. Conocí a vivientes y líderes maravillosos, con quienes formé lazos verdaderos, llenos de respeto, confianza y alegría. La profe Cata, más que una asesora, fue una compañera de camino: siempre atenta, cercana, disponible, con una fe que inspiraba. El ECCA fue para mí un reencuentro conmigo misma. Un momento para reconocer mis heridas, comprenderlas, abrazarlas y comenzar a sanarlas. Además, descubrí que la fe no es algo reservado solo para momentos de oración o de misa, sino que se vive en lo cotidiano, en cada gesto de entrega, en cada paso que doy con otros. El ECCA transformó mi vida, me ayudó a crecer, a volver a confiar, a fortalecer mi relación con Dios y conmigo misma. Hoy soy más consciente de que mi historia tiene un sentido, y que no camino sola. Sin duda, lo volvería a vivir mil veces si pudiera.
Mi nombre es Gustavo Cárdenas (Villa Alemana) y quiero compartir con ustedes lo que significó para mí participar en el ECCA. ¿Por qué fui? La verdad, al principio pensé que sería una buena forma de pasar cuatro días con amigos, hacer algo distinto y romper con la rutina de estar en casa. Así que me animé. No sabía exactamente qué esperar, pero algo en mí sentía que valía la pena intentarlo. Desde que llegué, aunque no lo mostrara mucho, estaba emocionado. Las actividades, los juegos, las charlas, los momentos compartidos… todo me fue sorprendiendo. Incluso los detalles más simples —como la comida riquísima que preparaba la tía Daisy— se volvían parte de algo especial. Y sí, hasta cuando me retaron por alguna tontera, me lo tomé con humor, porque sentía que estaba en un lugar donde podía ser yo mismo sin miedo. El ECCA no es solo pasarlo bien (aunque lo haces), sino que tiene una propuesta clara: formar líderes, formar monitores… pero sobre todo, formar personas que vivan su fe con autenticidad. Y eso fue lo que más me marcó. Porque en medio de todo lo que hicimos, hubo momentos en los que me encontré con algo más grande que yo. Con Dios. Si tuviera que recomendar el ECCA a otros jóvenes, lo haría sin pensarlo. Les diría: “Vayan. Atrévanse. Rían, lloren, equivóquense, hagan el ridículo, coman rico, abrácense, miren a los demás con amor. Pero sobre todo, escuchen. Porque si se atreven a abrirse, descubrirán que Dios también los está buscando. Y que los encuentra en medio de lo simple, lo cotidiano, lo humano.”
Algo que valoré mucho de vivir esta experiencia fue aprender algo nuevo o profundizar los conocimientos que ya tenía. Vivir en comunidad de manera más prolongada que un simple encuentro semanal de JUVI me permitió aprender criterios y otros conocimientos importantes para ser futuros líderes. Durante esos cinco días, no solo se aprende a cómo ser líder, sino que también es una experiencia muy enriquecedora, tanto espiritual como personalmente, gracias a todas las oportunidades para reflexionar y replantearse las decisiones que uno toma. Desde algo tan simple como tratar a una persona de la mejor forma posible hasta cómo enfrentar los problemas y si la fe me acompaña en cada momento. Algo que debo recalcar es lo mucho que esta experiencia ayudó a mi fe. Cada día tengo en mente acercarme más a Dios, pero no siempre me tomo el tiempo para reflexionar. En este retiro, sí se da el tiempo necesario, lo que me hizo pensar mucho en cómo me acerco a Dios y el tipo de decisiones que tomo a diario. Gracias a eso, logré conocerme un poco mejor, y eso, la verdad, no tiene precio. Además, vivir en comunidad esos días fue muy divertido, como cuando lavábamos la loza juntos en grupos. Gracias a todos los compañeros, líderes, coordinadores y más, porque sin ellos esta linda experiencia no habría sido la misma
Para mí, el ECCA fue una experiencia increíble. La manera en la que me ayudó a crecer personalmente y a profundizar mi fe fue emocionante. El tiempo que se nos daba para orar o ir a la capilla era realmente maravilloso. Los líderes y asesores me ayudaron a no sentirme sola y a convivir con personas con las que no hablaba mucho. También me apoyaron mucho en los talleres de JUVI y en las sesiones de entrenamiento. Me sentí muy bien conmigo misma esa semana, ya que fue muy lindo pertenecer a esta maravillosa comunidad que es JUVI y ver cómo ha ayudado a mi cordada a ser mucho más unida. Estoy muy agradecida de haber vivido este retiro y espero seguir creciendo para ser líder. Este retiro me enseñó la importancia de la introspección y de encontrar paz en la oración. Me di cuenta de que, a través de la fe y la comunidad, puedo superar cualquier desafío.