Entre los días 8 y 17 de Julio, el H. Tomás Villalobos, el ex alumno del Colegio San Viator y egresado de Arquitectura, Alonso Gaete, y un servidor estuvimos compartiendo con la comunidad educativa del colegio Fe y Alegría nº 69-San Viator.

Durante una semana, se realizaron jornadas desde 1º a 5º de secundaria, participando cada día los tres cursos de cada nivel. En cada jornada se reunían entre 80 y 90 jóvenes. Contamos con el apoyo del equipo de pastoral, los profesores jefes o tutores y de un grupo de animadores jóvenes del mismo colegio. El programa de cada jornada fue elaborado por el H. Tomás Villalobos.

El día sábado 15 de julio se celebró en el colegio una eucaristía con los alumnos, padres y profesores, para agradecer a Dios por esta experiencia, y se aprovechó de hacer entrega del aporte que realizaron los colegios de Chile y nuestra provincia consistente en instrumentos musicales para la banda instrumental del colegio.

Queremos agradecer a toda la comunidad educativa del Colegio Fe y Alegría Nº 69-San Viator, por la acogida organización de este encuentro, especialmente agradecemos al H. David Cuenca, director general del colegio, al Sr. Lidio Muñoz, director pedagógico y al Sr. Edin Dávila, responsable de pastoral.

Testimonio del H. Tomás Villalobos H.

Después de haber tenido la oportunidad de visitar por primera vez Perú, y haber trabajado una semana con los estudiantes del Colegio “Fe y Alegría” de la localidad de Cutervo, quiero compartir algunos aspectos que resultaron muy significativos para mí como consagrado viatoriano.

En primer lugar, destaco la amabilidad de las personas con las que compartimos durante los días en que se desarrolló la misión. Los docentes, estudiantes y familias de Cutervo son personas especialmente atentas, respetuosas y cercanas. Este fue un contraste con la realidad cotidiana que se vive en Santiago, donde las relaciones interpersonales suelen ser más distantes.

Por otra parte, me llamó profundamente la atención el cariño y cuidado hacia el patrimonio religioso y cultural de la ciudad y sus alrededores. Las personas hablan con aprecio de sus templos, plazas y parques, lo que se refleja en la buena mantención de los mismos. 

En el plano más personal, la mirada inicial de “llevar un servicio de evangelización” a un lugar específico, gradualmente se va transformando en la conciencia de aprender de los valores del Evangelio ya presentes en esa comunidad católica. La honda veneración hacia el sacramento de la Eucaristía y la vivencia de la comunión me llamaron la atención.

Esta experiencia también me ayudó a reafirmar y valorar mi vocación específica actual como viator religioso (hermano). El equipo de misión estuvo compuesto por un sacerdote, un hermano y un laico joven; la diversidad de las vocaciones particulares fue un reflejo de que todos podemos ser un aporte a la Iglesia desde el llamado personal que cada uno ha recibido.

Por último, el experimentar la internacionalidad de la misión viatoriana mediante esta colaboración Chile-Perú me ayuda reforzar la identidad “católica” de la fe: el mensaje de Cristo (y también el legado de Luis Querbes) tiene vocación de universalidad que no puede limitarse a un sólo país o a una sola cultura.